Revolución interna y externa. La elección de un nuevo Gran Maestre de la Gran Logia de España provocará cambios drásticos dentro de la organización masónica más importante de España. Desde 2006 el empresario inmobiliario José Carretero dirigía la institución. El pasado 13 de marzo, fue elegido para sucederle el abogado valenciano Óscar de Alfonso, que, a sus 42 años, se ha convertido en el Gran Maestre más joven de la historia de la GLE. “Los hermanos han optado por un cambio generacional. Se necesitaba aire fresco y era urgente cambiar los usos arcaicos por otros más modernos. En definitiva, se ha optado por una opción de mejor gestión y apertura exterior”, declara De Alfonso a El Confidencial.
En un documento que pretende ser su programa de actuación detalla “quince ideas para el cambio”. Comienza proponiendo una reducción paulatina de las aportaciones anuales de los hermanos “para facilitar la entrada de nuevos miembros a nuestra institución”. También suprime el pago obligatorio de 30 euros anuales al fondo de beneficencia. Precisamente este dinero fue muy discutido la pasada etapa, ya que Carretero utilizó estos fondos, que deberían destinarse a ayudas a masones necesitados o a familiares de éstos, para comprar inmuebles en Palencia y Bilbao sin permiso de la Asamblea, que era el órgano que debía aprobar las adquisiciones de pisos o locales. Luego, los vendió también sin permiso. De Alfonso tampoco dispondrá de firma autorizada en los bancos. Sólo podrán mover el dinero el Gran secretario y el Gran Tesorero, con firma mancomunada.
Para democratizar la institución, dará “voz y voto a todos los maestros masones de su jurisdicción, permitiendo así una mayor participación en la marcha de la provincia”. Otra de las novedades es la creación de un Consejo Consultivo del Gran Maestro, órgano de consulta compuesto por miembros “con gran experiencia y en el que se reúnan e integren todas las opiniones y sensibilidades existentes en nuestra institución”. Por otro lado, también se especifica que “se reconocerá el derecho de información a todos los hermanos de la GLE sin distinción de grados para que cualquiera de ellos pueda tener acceso directamente y sin intermediarios al Gran Maestro y a los Grandes Oficiales para pedir información y asesoramiento sobre los temas de la competencia de cada uno”.
El dirigente masónico advierte que va a cambiar muchas cosas en la organización. “En el último período, ha habido desasosiego e intranquilidad. Es hora de restañar heridas y superar diferencias”, afirma. Una de las primeras medidas que tomará será establecer puentes de enlace con importantes masones que han abandonado la GLE en los últimos años. Entre ellos, se encuentra Josep Corominas, Gran Maestre hasta el año 2006 y que, por diferencias con su sucesor, abandonó la organización y creó una nueva organización en Madrid. Varios dirigentes madrileños que se habían dado de baja y se habían afiliado a la masonería andorrana serán también invitados a reingresar en la GLE. “Creo que nuestra institución puede albergar diferentes opiniones, porque las opiniones suman, no restan”, dice De Alfonso.
Entre las prioridades del nuevo máximo dirigente, está también restablecer las relaciones rotas con el Consejo Supremo del Grado 33, un organismo con 200 años de antigüedad que engloba todas las obediencias masónicas, y con el Gran Oriente de Italia, la mayor institución de estas características que opera en el país transalpino.
La otra gran tarea que quiere realizar a nivel externo es “cambiar la estrategia, la comunicación con la sociedad en general. En los 28 años que han transcurrido desde que se legalizó la masonería después de la dictadura, no hemos sabido conectar de una manera adecuada con la sociedad. Es verdad que nos quejamos, pero la culpa ha sido nuestra. En los últimos tiempos, se han publicado muchas cosas, algunas muy negativas para la GLE. A partir de ahora, hemos de dar ejemplo de honradez, que todos vean que no somos tan malos, que se borren los temores que existen en el imaginario colectivo hacia los masones”, afirma a este diario.
Cambio de mentalidad y de gestión
A nivel interno, la revolución será aún mayor. “He repetido muchas veces que no sólo deben cambiar las personas al frente de las instituciones, sino el modo de actuar, la mentalidad y la gestión. Lo que quiero es que, en el futuro, actuemos como masones, no como simples gestores o presidentes de una asociación. Y eso significa aplicar los principios iniciáticos de honradez y armonía, porque estos valores, aunque instaurados hace 1.000 años, están vigentes en pleno siglo XXI”, señala De Alfonso.
Entre los cambios que prepara De Alfonso está la elección directa cada cuatro años de los cargos más importantes de la organización. José Carretero había instituido el nombramiento de los cargos de confianza cada dos años. También había instaurado un sistema de voto en las asambleas mediante el cual cada miembro con derecho a voto podía llevar hasta seis votos delegados. “Volveremos a uno de los principios básicos de la masonería, que es un hombre un voto”, señala el nuevo dirigente. Además, democratizará el acceso a los cargos, que hasta ahora era tamizado por un Gran Cónclave, sin cuyo permiso nadie podía acceder a determinados puestos.
De Alfonso es consciente de que la masonería ha estancado su crecimiento en los últimos años. “Es triste, pero la culpa la tenemos nosotros. Es verdad que en los últimos años las afiliaciones han crecido a ritmos del 3 al 8%, pero seguimos siendo en torno a los 2.400. Sin embargo, los ingresos han sido de 6.000. Eso quiere decir que, por una causa o por otra, 3.600 miembros han abandonado la institución. Y eso significa también pérdida de talento”, se lamenta De Alfonso.
Fuente: El Confidencial