La Logia, una escuela que forma hombres que saben razonar

sábado, 13 de marzo de 2010

De la misma forma que con frecuencia vemos a las personas no como ellas son sino como nosotros somos. De esa misma forma, en la actualidad vemos la masonería no como la masonería es… sino como somos nosotros.

Esto causa que ignoremos o perdamos de vista el propósito inicial, prioritario y original de ser o existir de la masonería, y este propósito es el de ser una escuela donde sus integrantes son alumnos que al ser iniciados se aplican en el estudio de las artes y ciencias mas difíciles que pueda conocer el hombre, y no hablo de ciencias tales como la medicina, las matemáticas, la física quántica, la genética o la química… No, en lo absoluto no… Pero hablamos de ciencias y artes mas difíciles aun que las que ya hemos mencionado.

La escuela de la masonería nos da la llave para abrir los misterios que enseñan las artes y ciencias que se encargan de estudiar al mismo hombre, que lo confrontan con la cruda realidad de su ignorancia, de su pequeñez, de su ego y su impotencia.

Más bien, el esfuerzo sistemático por develar el eterno enigma que hostiga sin cesar la insaciable curiosidad del hombre, es lo que constituye una de las facciones más importantes de la masonería.

La escuela de la masonería no se refiere a cuestiones ajenas a la vida y ante cuya solución, en uno u otro sentido, el masón pueda permanecer indiferente, sino que es la vida misma, su origen, su propósito y su porvenir, con todo y sus enigmas, sus angustias, sus vericuetos y sus esperanzas, que aparece comprometida en la pregunta y mucho muy arriesgada en la respuesta.

Porque a fin de cuentas, dentro de la masonería… los problemas últimos y totales no se limitan a arañar únicamente la superficie de nuestras existencias, a flor de piel… En una manera superficial, comprimida, concentrada, sino que arrastran a nuestro ser y lo penetran en lo mas profundo y recóndito de su ego, es decir, le afectan íntimamente.

De la solución a estos problemas o a estas preguntas, claramente determinada o apenas vislumbrada, depende el curso ulterior del giro que damos a nuestra existencia, su felicidad, su crecimiento y a veces hasta su desdicha.

Por eso no nos debería parecer nada extraño que el carácter peculiar de la masonería se refleje sobre su enseñanza, y que su aplicación individualizada en si misma y a si mismo por cada hermano, en ocasiones suscite dificultades sumamente complicadas y a veces casi insuperables.

Porque es muy necesario que para ser un buen Mason y un buen ciudadano, padre de familia, esposo, profesionista, empleado u hombre de negocios, debemos aplicar a nuestras vidas masónicas en nuestras actividades profanas, TODOS los conceptos, atributos y principios masónicos que hemos adquirido a través de nuestras carreras en la orden… Pero eso casi no se aplica.

Esto es debido a que muchas veces pasamos por alto la realidad innegable de que el propósito principal de la masonería es la superación continua de sus integrantes sin importar el grado que posean, ni la edad que tengan o la antigüedad que ostenten en la orden.

Por eso es que la masonería es una escuela en la que sus integrantes son alumnos que cursan el primero, segundo y tercer grado de filosofía masónica.

Enseñar masonería no consiste en informar o ilustrar al masón acerca de pormenores que fatigan y llenan su memoria, sino mas bien significa comportarse, hablar y vivir de una forma que suscite en el ánimo del hermano masón, -y especialmente de los maestros y aprendices- el nacimiento de los detalles que apuntan hacia la fuente de las virtudes y la sabiduría, pero también al lugar donde se ocultan los vicios y los problemas, y así, despertar la necesidad de conquistar a los primeros… y encontrarles respuesta y solución a los segundos, de manera que al mostrar la salida para alguna situación en particular, nosotros caminemos por esa salida, juntamente con nuestro hermano masón.

De esta manera, la masonería aplicada en una forma sutil y también gentil, logra hacer que el enigma o duda, ya sea una virtud, un vicio o problema, hunda su aguijón en la carne del hermano… -sin importar realmente cual grado posea dentro de la orden,- y que este se sienta arrastrado por la incógnita experimentada como la angustia propia. Logrando así uno de los objetivos de la masonería… que es el incitar a los hombres al estudio, la investigación, la meditación, la comprensión y finalmente la aplicación a su propio ego de las verdades y practicas a que su carrera le lleve a descubrir.

Por eso decimos hoy, que iniciarse como masón no es asimilar un saber o conocimiento logrado, con el fin de alcanzar una idea clara, amplia, minuciosa y detalladísima de lo que es la masonería… Sino más bien lanzarse por propia cuenta y riesgo, a filosofar, a investigar, a meditar y sobre todo a luchar contra nosotros mismos en el campo de batalla del ego, la ignorancia, la ambición, la soberbia, el fanatismo y la hipocresía. Decimos esto porque la palabra iniciación, también significa entrar en uno mismo.

Por lo tanto, si aceptamos que la francmasonería es una escuela para la formación de sus integrantes de conformidad a su doctrina y con su metodología basadas en el simbolismo y con el propósito de perfeccionar al hombre y a la humanidad, cabe realizarse la siguiente reflexión respecto a su organización docente.

Cada Logia equivale a una institución educativa… El Venerable Maestro, equivale a un rector… El Primer Vigilante, es el director de estudios de segundo año… El Segundo Vigilante, es el director de estudios de primer año… Cada Maestro Masón es un profesor… Cada Aprendiz, es un alumno de primer año… Cada Compañero, es un alumno de segundo año… Cada Oficial del Cuadro es un funcionario administrativo de ese plantel educativo.

Tal propósito de perfeccionar al hombre y a la humanidad, es una tarea que exige al masón singulares dotes intelectuales y espirituales además de un reconocimiento constante de la presencia de la mano creadora que hizo y sostiene la creación.

Para lograr esto se requiere una conciencia viva, despierta, y a veces dolorosa de nuestras limitaciones y nuestros vicios, se requiere familiaridad con los problemas, y también se requiere seguridad y humildad ante las soluciones, de la misma forma necesitamos aptitud para despertar iguales sentimientos en nuestros semejantes y un alto sentido del deber masónico para convertir nuestros conocimientos de masonería en una lección que a su vez se convierta en una vivencia masónica.

¿Que queremos decir con esto? Bueno…queremos decir que la masonería, más que ninguna otra carrera, necesita ser vivida. De la misma manera que la escuela se vive y se experimenta. Es bueno tener de ella una vivencia, poseer una experiencia viva. La palabra vivencia se deriva del vocablo que significa: “lo que tenemos realmente en nuestro ser psíquico” “lo que real y verdaderamente estamos sintiendo y viviendo en la plenitud de la palabra tener”. Un pequeño ejemplo de lo que en mi opinión, es la diferencia entre una idea y una vivencia, es la siguiente.

Una persona puede estudiar minuciosamente el mapa de la carretera que lleva a Roma notar uno por uno los puntos importantes en el camino, las curvas, las condiciones del terreno, las poblaciones que se van a pasar en la trayectoria a ese puerto. Luego puede estudiar los limites de velocidad, las subidas y bajadas, las desviaciones y demás señalamientos en particular que se encuentran a lo largo de esa carretera.

También puede dedicar muchos días, semanas y meses a estudiar fotografías y videos de esa carretera y de la ciudad de Roma a fin de que con su esfuerzo, estudio y dedicación, mediante una serie de fotografías, mapas, planos, videos y folletos… Pueda llegar a formarse una idea regularmente clara, muy clara y detallada del camino que lo llevará a Roma y de la ciudad. Esta idea puede ir perfeccionándose cada vez más, conforme los estudios de esta persona sean cada vez más minuciosos; pero siempre será una mera idea y no es una vivencia.

En cambio, unas horas de manejo en esa carretera y 30 minutos de paseo a pie por Roma, son una vivencia. Entre unas horas de manejo en la carretera y 30 minutos de paseo a pie por Roma, y la más larga y minuciosa colección de conocimientos basados en fotografías, videos, mapas, planos, libros y folletos acerca de la carretera a Roma y la propia ciudad, hay un abismo. Lo mismo ocurre en la masonería.

A veces, nuestra concepción respecto a la masonería es una mera idea vaga y difusa, una representación, una elaboración intelectual, y respetuosamente hablando una concepción falsa que está basada en nuestra ignorancia y desconocimiento del Arte Real… mientras que la otra es ponerse uno realmente en presencia del objeto de nuestro estudio y esfuerzo, ya sea un vicio o virtud, un enigma o un problema, esto es vivirlo, trabajarlo, tenerlo propia y realmente en nuestras vidas con una conciencia real y plena, no en el concepto o idea que lo substituya, no en el mapa, el esquema o la intención. Sino la experiencia viva y propia… Al menos así es como el de la pluma puede interpretar la carrera de la masonería y su propósito, a través del estudio y la aplicación de la misma a su vida.

Para tener una vivencia de la masonería nos es indispensable entrar en ella como se entra en una carretera. Se tienen que pagar las cuotas, debemos usar nuestros medios de transporte, nuestros recursos y nuestro tiempo… Se tienen que avanzar por el camino, para de esa forma finalmente llegar a nuestro objetivo, y ya estando frente al objetivo debemos explorarlo, vivirlo y después, compartirlo dentro y fuera de la Logia… con nuestros vecinos, con nuestras amistades, con nuestros hijos y con nuestra esposa para de esa manera contagiar con nuestro ejemplo de testimonio masónico a todos aquellos con quien tenemos contacto en nuestras vidas a fin de que traten de hacer lo suyo propio en bien general de la humanidad y a L.'.G.'.D.'.G.'.A.'.D.'.U.'.

Es cuanto.

Miguel Carreño Bahena
Gran Secretario de la
M.'. R.'. Gr.'. Logia “Baja California”
México

 
 
 

Masonic Press Agency

Agência de Imprensa Maçônica

DIARIO MASÓNICO

Masonic Times